¿Donde está el límite?

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| Jaime Morera Falcone

¿Donde está el límite?

Siempre que en arte aparecen nuevos medios, se amplía el horizonte de la percepción o se crean nuevos instrumentos o soportes, los artistas conciben obras que rompen con los cánones consagrados por la academia. A veces, incluso, se adelantan un poco a su tiempo y, sobre todo los poetas, crean obras que, de una u otra manera, anuncian los nuevos tiempos ¡cómo le faltó el ordenador y el hipertexto a Cortázar al escribir Rayuela, o a Warhol el Photoshop y una buena impresora de inyección de tinta!

Así sucedió cuando Gutemberg ideó la imprenta de tipos móviles e hizo sentido la novela moderna; también pasó cuando los flamencos incorporaron el óleo y se pudieron hacer esfumaturas y claroscuros como nunca antes se habían hecho.

Con el advenimiento de la fotografía – el dibujo de luz – los pintores pueden liberar la forma porque le entregan al nuevo invento la responsabilidad de registrar, cada vez mas instantáneamente, la realidad cotidiana: la calle, los retratos, la crónica de guerra y la industrial, los instante fugaces y la ilustración publicitaria. Para ellos queda el color, la forma libre, la abstracción, la visión cubista, futurista y surrealista.

Hoy, todos somos fotógrafos. El año nuevo del 2008 al 2009 me quedé en Santiago para registrar la celebración en la Alameda, frente a la torre Entel. Ya al ir sentí una rara sensación, mucha gente durante el trayecto me miraba como bicho raro. Y claro, un señor sesentón, con un trípode, un maletín negro lleno de lentes, cámaras y otros artefactos, vestido con un chaleco un poco ridículo, mezcla de cazador y reportero ochentero. A  media noche la cosa llegó a su clímax, junto con las bromas de mis vecinos y el disparo de los primeros fuegos de artificio me doy cuenta que yo el “profesional” soy uno mas de los ¿50 mil, 100 mil? fotógrafos que dispararon sus cámaras, ¡¡Flashes!!, teléfonos y otros aparatos, para mi desconocidos.

Esa noche y las siguientes, la web se llenó de imágenes registradas por ciudadan@s fotógraf@s anónim@s.

No estoy haciendo una reflexión catastrofista. Creo que el ojo y la disciplina de un buen profesional documentalista, reportero grafico o publicitario sigue y seguirá siendo irremplazable. Pero, al mismo tiempo, creo que la imagen fotográfica actual está también en otro lado. Está en la representación abstracta, en visiones surrealistas y en pictografías obtenidas gracias a las nuevas tecnologías. Sin perjuicio que se puedan seguir utilizando (también los pintores usan el óleo y el temple al huevo), hoy los fotógrafos podemos liberarnos de la película, de las sales de plata, del cuarto oscuro, de los mareos de la hidroquinona y del contaminante Cybakrome.

¿Dónde está el límite?

Por un lado, que la imagen sea, efectivamente, un dibujo (o pintura) de luz y que el autor o autora no fuercen el instrumento. Podemos hacer fotomontajes,  retoques, modificar las curvas y el grado de contraste. Lo que no podemos hacer es mentir, pasar gato por liebre. La creación y el uso de los instrumentos, de los medios, de los soportes no tienen límites… espero que el abuso y el mal gusto si los tengan.

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