La Moneda, 11 de Septiembre 1973- 11 de Septiembre de 2013, por Tania Medalla C.

Exposiciones

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Este día, quisiera compartir con ustedes algunas reflexiones que son parte de los apuntes que sostienen lo que será mi proyecto de tesis y que serán presentadas   próximamente    en una ponencia  en el Coloquio Internacional Imagen, Violencia e Historia. Dada la atingencia y contingencia del tema me pareció que era el momento apropiado de compartirlas.

Se trata de un reflexión en torno a esta imagen icónica de ese fatídico martes, su repetición y la repetición de este 11 en nuestro calendario : fotografías que, probablemente, sean parte de aquellas más divulgadas, con mayor circulación y que forman parte  innegable de mi relato personal,  y también del  colectivo,  de nuestra historia reciente.

Al ver esta foto expuesta una y otra vez, se asomaban y se siguen asomando muchas preguntas acerca de las implicancias y consecuencias de esta exhibición. A propósito de eso y de la necesidad de volver a «mirar» que plantea la intervención de A. Jaar en  el Museo  de  la  Solidaridad  Salvador Allende es que   comparto con ustedes algunas  de estas  preguntas en este  nuevo  11 de Septiembre,  a  cuarenta  años  del Golpe  de  Estado Cívico- militar  en Chile.

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La discusión en torno a los límites de la representación ha sido uno de los elementos centrales en la reflexión acerca de las memorias del pasado reciente en nuestras sociedades y ha sido uno de los tópicos recurrentes y obligados de la reflexión en torno al arte y las sociedades contemporáneas, no sólo en Europa , sino también en América Latina, lugar en el que la experiencia de la catástrofe europea, que tiene en Auschswtiz uno de sus hitos referenciales más relevantes, ha servido como marco para pensar las experiencia dictatoriales del pasado reciente y sus consecuencias.

Las implicancias de este hito en la reflexión contemporánea es fundamental, ya que remueve la mayoría de las categorías con las que las sociedades modernas occidentales se habían pensado, modificando radicalmente el estatuto de la representación y la reflexión en torno a ella. Una de las perspectivas posibles para abordar esta problemática es la reflexión en torno a aquello que se entiende por obsceno en este contexto: cuestión que estaría marcada por naturaleza insólita e inconmensurable de la catástrofe y, por lo tanto, de su representación.

En este marco general, este trabajo pretende abordar la problemática de lo obsceno entendido, desde un aproximación etimológica, como aquello que está “fuera de la escena”, a partir de una imagen icónica para la sociedad chilena actual: la fotografía de La Moneda en llamas, bombardeada, el día del Golpe de Estado el 11 de Septiembre de 1973 y su circulación en nuestra sociedad.

Al considerar la naturaleza del objeto abordado en esta reflexión , se introducen diversas tensiones que complejizan la problemática de lo obsceno que constituye el marco de esta propuesta: la naturaleza de la materia fotográfica, la circulación fetichizada de la imagen en el mercado, la inscripción de “esta imagen” en una cada vez más asentada globalización de las culturas de memorias y , por otra parte, el imperativo ético de la representación y el deber de memoria, entre otras. Tomando en cuenta tales elementos, la pregunta que intentará articular la reflexión propuesta en este trabajo es: ¿ qué es lo obsceno ( lo que queda fuera de la escena y se resiste a ella)en esta imagen ( La Moneda en llamas ) , considerando sus condiciones de circulación actual?. La imagen de La Moneda en llamas daría cuenta , en este contexto, del avasallamiento de las instituciones por las armas, de la derrota del proyecto de la Unidad Popular y de la “ vía chilena al socialismo”, el fin de la democracia en Chile, la instauración de la Dictadura militar por largos diecisiete años y la concentración en esta imagen de lo que serán la violencia del terrorismo de Estado, las violaciones a los Derechos Humanos en Chile y de la “ sociedad “ y comunidad en ruinas que heredamos de este acontecimiento. Del mismo modo, se constituye en una imagen que formará parte del relato dictatorial y postdictatorial del conjunto del Cono Sur y América Latina, de cuya sintaxis, será parte. Pero también podríamos decir que esta imagen ha sido deslavada por el paso del tiempo, y que del asombro con que impactó los ojos de quienes la presenciaron , poco a poco fue integrándose en el decurso histórico homogéneo, leída e inscrita “ sin saltos” en la cronología de nuestro pasado, reificándose, alisándose e integrándose en el discurso del consenso propio de la postdictadura, caracterizado por el boom de la memorias y la consecuente circulación casi indiferenciada con otras memoria o relatos menos críticos respecto de lo acontecido y su vinculación con el presente (Huyssen,2002). Considerando lo anterior, volvemos entonces a la pregunta: ¿qué es lo obsceno, hoy día, en la imagen de La Moneda en llamas?

La imágenes del bombardeo a La Moneda representan, para unos, su triunfo; para otros, su derrota, otros creen que nunca debió haber pasado (“nunca más” señalan hoy día). Hay quienes se conmueven; otros, ya no; algunos nunca lo hicieron. Depende del contexto en que circulen, de quién las lea, de cómo lo haga. A veces, una re-inscripción de esta fotografía puede volver a provocar (nos) como espectadores. Otras, nos puede parecer grotesco, incomodándonos y tratando de evitar un mirada más profunda. Todo lo anterior, nos permite preguntarnos acerca de la índole de lo obsceno en esta imagen situada en el contexto de circulación actual. De este modo y, para poder ordenar los elementos expuestos en esta reflexión, podríamos identificar diversos niveles o formas de lo obsceno que aparecen superpuestos en esta imagen correspondientes a, lo que podríamos entender como: “la fotografía y el marco”, considerando elementos propios de la representación y otros, en los que se incluyen las condiciones de circulación de la imagen, su situación comunicativa específica, incluyendo factores propios de la producción, recepción y contexto social, cobrando especial relevancia aquellas referidas a la problemática del acontecimiento y su inscripción.

Lo obsceno de esta imagen, leída desde nuestro contexto actual, se articularía palimpsésticamente, confluyendo en esa disposición elementos propios tanto de la escena, como de su contexto: las capas de la obscenidad dadas por la materia misma fotografía, de aquello que “debe” o no ser representado; del acontecimiento: lo inmemorial y lo inconmensurable; de la circulación de la imagen y las de su contexto (el actual ) de recepción, que integra y supone al propio espectador.

Lo obsceno en esta imagen se configura más allá de los marcos de lo inaudito de nuestra propia catástrofe y su representación, al mismo tiempo que intenta resistir la inscripción en una temporalidad homogénea, se inscribe en ella, dada su circulación y sus devenir fetichizado. En esta medida, son también las condiciones de nuestra sociedad, del mercado en el que se inscribe esta fotografía y los discursos de memoria que hablan canónicamente de ella y de nuestro pasado reciente, y del acontecimiento del 11 de Septiembre de 1973 los que redefinen los marcos de la obscenidad en esta imagen. Dicho de otro modo, lo obsceno estaría definido en la imagen de La Moneda bombardeada el 11 de Septiembre de 1973 por las circunstancias que permiten su circulación fetichizada en nuestra sociedad, y que han permitido que esta imagen sea parte de un continuum histórico y de un discurso sobre el pasado reciente en el que, por una lado, las catástrofe representada en esa imagen pareciera haberse resuelto y, por otra parte, un visión- monumentalizante- en la que esta imagen es comprendida como hito fundante de toda nuestra historia, fundante de una épica y una contra épica, podríamos aventurar, con todo el riesgo y reduccionismo que una perspectiva como ésta puede implicar.

La obscenidad de la imagen de La Moneda bombardeada el 11 de Septiembre de 1973 hoy día da cuenta de todo aquello que queda fuera de la lecturas conmemorativas de estos cuarenta años, de los olvidos y exclusiones de los museos y memoriales; de aquello inmemorial que se resiste a la inscripción. Pero también lo obsceno en esta imagen evidencia las condiciones que rodean a nuestro propio discurso ( y quehacer) respecto de las políticas de la imágenes y las políticas de la memoria en nuestra sociedad. Si aquello que me hiere ha sido alisado, si la herida ha sido desplazada, ¿ hasta qué punto las propias categorías y lecturas han colaborado en la cristalización de ese alisamiento; ¿cómo leer y pensar ese desplazamiento; cómo per- vertir y corroer la monumentalización que parece acosar nuestro propio quehacer, nuestras miradas y sus potencialidades críticas?.

Para finalizar, quisiera cerrar esta ponencia insistiendo en la pregunta por las categorías , por los conceptos que nutrieron hasta ahora la reflexión en torno a imagen(es) y memoria (s), pues creo que tanto las condiciones contextuales de nuestros países, las transformaciones en la imagen y la circulación de ellas y de los discursos en torno a la memoria, han redefinido el panorama. Siguiendo la cita de Colingwood _ que leeré a continuación_, también es necesaria la desestabilización del horizonte teórico ( de/ sobre las memorias) para permitir algo así como una suerte de sustracción del orden marmóreo, monumental e institucional. En tal sentido, me pregunto: no es que acaso esas mismas categorías también se han monumentalizado?:

“Por una parte, parece imposible no reconocer que el acontecimiento, para constituirse como tal, debe llegar a inscribirse, al menos, parcialmente, en un horizonte determinado de saber y de dominación. Por otra parte, sin embargo, el acontecimiento no puede ceñirse a su inscripción en ese horizonte de comprensión, dado que debe, al mismo tiempo, conmocionarlo, amenazarlo, desarticularlo. Sólo puede haber acontecimiento allí donde éste amenaza la estabilidad del horizonte de saber en que el mismo tendría que inscribirse, haciendo fracasar, al menos en parte, la posibilidad de su apropiación” en Colingwood- Selby Elizabeth: El filo fotográfico de la historia. Walter Benjamin y el olvido de lo inolvidable. Santiago de Chile, Metales Pesados, 2009

(El texto presentado arriba  es un fragmento de la ponencia Apuntes sobre fotografía, memoria y  obscenidad en la imagen del bombardeo al Palacio de  La Moneda (11 de septiembre de 1973- 2013), que presentaré en el Coloquio Internacional Imagen, Violencia e Historia, que se desarrollará los días 28,29 y 30 de Octubre en la Universidad Diego Portales)

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